lunes, 29 de junio de 2009
La epidemia de morbillivirus que asoló las aguas del Estrecho provocó 51 muertes de calderones comunes.
Enviada 09 de Marzo 2009.
Este estudio, realizado por CIRCE entre el 2007 y 2009, resultó premiado en el último congreso de la Sociedad Europea de Cetáceos, celebrado en Estambul hace unos días.
CIRCE, Conservación, Información y Estudio sobre Cetáceos, aprovechando el Congreso anual de la Sociedad Europea de Cetáceos, ha presentado los resultados del proyecto para la Conservación del Calderón común en el Mediterráneo. Este proyecto de investigación se está desarrollando entre los años 2007 y 2009, y tiene como objetivo estudiar los efectos que causó la epidemia de morbillivirus en la Población de Calderón común del Mediterráneo y el Estrecho de Gibraltar durante el invierno 2006-2007. Se trata de un proyecto que está siendo financiado por la Fundación Biodiversidad dependiente del Ministerio de Medio Ambiente, Medio Rural y Marino, la Fundación Loro Parque y CEPSA. En este ambicioso proyecto participan también las entidades ANSE, en la Región de Murcia, Alnitak en la costa Almeriense, y EIBE, en la costa del Golfo de Vizcaya.
El congreso, que se ha desarrollado entre los días 1 y 4 de marzo a las orillas del Estrecho del Bósforo, en Estambul, congregó unos 440 expertos en cetáceos de 49 países. Durante la ponencia llevada a cabo por la investigadora Pauline Gauffier, se presentaron los primeros resultados sobre una mortandad debido a una enfermedad en una población de cetáceos, que posteriormente fue premiada con uno de los premios a la mejor presentación del congreso.
Durante el invierno de 2006-2007, en las costas de Andalucía y Murcia, así como Islas Baleares y Comunidad Valenciana, se produjo una plaga de morbillivirus, que hizo encender todas las alarmas, al multiplicarse por 10 la tasas de varamientos de calderones comunes en localidades como el Estrecho de Gibraltar. Entre los años 2007 y 2008, CIRCE ha venido realizando estudios demográficos sobre los calderones comunes del Estrecho, y gracias a la identificación fotográfica que este grupo de investigación lleva desarrollando desde 1998, ha podido estimar el número de bajas que la epidemia causó. Estos resultados arrojan que nada más en el Estrecho de Gibraltar, murieron 77 animales de los 345 que lo habitan. De estos, 26 lo habrían hecho debido a causas naturales, y los 51 restantes habrían muerto debido a la infección. Estos datos parecen alarmantes, pero es importante resaltar que la población se está adaptando a esta mortandad, a través de un aumento de la natalidad durante los veranos del 2007 y 2008. Es importante resaltar también que sobre los 77 animales muertos tan solo 10 llegaron a orillas de Cádiz, debido probablemente a las corrientes tan importantes que existen en el Estrecho. Esto representa tan solo el 13 % de los animales muertos, lo que pone de manifiesto la importancia de este tipo de estudios para poder detectar tendencias poblacionales de cetáceos.
El presidente de CIRCE, Renaud de Stephanis ha comentado que “estos resultados son un gran avance para la conservación de los cetáceos del Estrecho de Gibraltar, y de todo el Mediterráneo. Gracias a este censo, podemos hacer un seguimiento muy fino de la población, y cualquier problema a la que se vea sometida podría ser detectada rápidamente. Estos resultados parecen indicar también que este tipo de enfermedades serían totalmente naturales, y que los animales son capaces de adaptarse adaptando sus estrategias de reproducción. Sin embargo, esto puede llevarnos a engaño, ya que a pesar de poder adaptarse a problemas como una plaga, también es cierto que se ven sometidos a presiones externas a las que durante los años de evolución no han tenido que enfrentarse, como son los problemas de contaminación, degradación de sus hábitats, problemas de colisiones, o problemas debido a la competición que tienen por sus recursos alimenticios derivados de la sobre-pesca.”
Este estudio finalizará el próximo verano 2009. Durante este periodo, se pretende por un lado analizar hasta donde llegó la epidemia, a través del estudio genético de las poblaciones de calderón común de la Península Ibérica, resto del Mediterráneo, y aguas del Golfo de Vizcaya, remontando hasta aguas de Irlanda. Por otro lado, es importante realizar el seguimiento de las crías que nacieron posteriormente a la mortandad, para asegurarnos de que las crías no han sufrido bajas durante sus primeros años de vida, y que efectivamente la población se está recuperando.
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